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Foto del escritorAlejandra Valdes C

NO es No: la culpa no es mía

Actualizado: 17 may 2022


Anónimo


Como muchas mujeres he sido víctima de un montón de abusos a lo largo de mi vida. Abusos que nadie creyó, que interioricé como normal o peor, que eran mi culpa. No fue hasta hace tres años, tras una crisis muy fuerte que me llevó a internarme en un hospital en Berlín durante todo el fin de semana cuando alguien me dijo seriamente, que debería de ver a un terapeuta porque algo iba mal.

Soy de España. En mi barrio tenía que ir siempre con mil ojos, si no era porque alguno se acercaba a decirte algo era porque no eras normativa y te insultaban. Adquirí miedo a salir a la calle y obviamente respondía con agresividad a la mínima, porque tenía la opción de ser pisada o pisar.

Cuando me mudé a Alemania, Berlín para ser concretos, huyendo de una vida horrible en España, me di cuenta de que los hombres ni te miraban por la calle. A día de hoy, 5 años después, puedo contar con los dedos de las manos las veces que alguien se ha propasado conmigo. En España era raro el mes que no pasaba algo, ya fuera verbal o físico.

Fui cogiendo confianza, fui abriéndome y empezando a creer en las personas poco a poco. Hasta que llegó el golpe de realidad que me hizo darme cuenta de que estas situaciones dependen del lugar de origen y la educación de la persona que comete un acto no deseado.

Empecé a trabajar algunos días en un Hotel mientras intentaba ir a clase de alemán. Había estado ya un año trabajando para una empresa hotelera pero el trabajo era muy esclavizante. Una persona me dijo que en este hotel en concreto siempre buscaban gente en mini job para limpiar. Fui e hice la entrevista y empecé a trabajar. A las pocas semanas, coincidí con un muchacho que a veces ayudaba a la gente haciendo las camas. Soltaba algunos comentarios y bromas que no me gustaban nada, pero como todos le reían las bromas simplemente lo ignore. Todos éramos de orígenes hispanos o latinoamericanos, esto es importante de entender.

La primera vez que me ayudó me empezó a hacer preguntas raras, como si tenía novio y tal. Tonta de mi le dije que no. Porque chicas, si les dices que si muchas veces te dejan en paz. Tienes que ir mintiendo para que te dejen en paz. La segunda vez me hizo cosquillas mientras pasaba a su lado, sin venir a cuento. Le dije que no me hiciera cosquillas, obviamente dijo que era una broma, un juego, se rió y siguió a lo suyo. Menospreció que le dijera que no me tocara, como si no tuviese yo poder alguno sobre decidir.

Tras la segunda vez, cuando las cosquillas, empecé a tener ansiedad por verlo de nuevo. Tengo suficiente mala experiencia, cuando un hombre empieza así, no acabará bien. Lo comenté de pasada con un par de compañeras "Ah es que él es así" y risas. Risas.

La tercera vez, apareció de la nada. Estaba yo limpiando una ducha desde dentro, con la mampara cerrada. Me lo encontré de golpe en el baño mirándome, apoyado en la puerta, cortando el paso. Intenté ignorarlo y él empezó con comentarios sobre si quería salir con él a tomar algo, lo que le gustaban las chicas con el pelo rizado. Le decliné amablemente. Se rió. Insistió e insistió y yo me seguía negando. Por suerte o por desgracia un supervisor estaba por allí y le llamó la atención por no estar trabajando, así que se fue. Yo estaba a la defensiva y asustada, se notaba. El supervisor me preguntó si todo bien, le dije que este chico me atosigaba y no me gustaba. Se rió. Esas risas, ese tipo de risa la tengo clavada en la memoria.

Se lo conté a mi compañero de piso, a una amiga que tenía aquí, a un amigo de otro país, y la solución era: dejar el trabajo. Ni siquiera me preguntaron cómo estaba, solo apartaron el problema para que se lo comiera otra persona. Esa normalización de "es lo que te toca" o "es que son así" está a fuego en la sociedad y eso NO está bien. Saben que está mal, pero lo normalizan. "Yo nunca haría eso", "Eso no siempre sucede así", "Tu es que has tenido malas experiencias","No sé donde te has criado, menudo sitio". Me sentí sola, hundida y sin apoyo.

Me creía que era mi culpa, que seguramente como estaba yo algo rellenita y teníamos que trabajar en leggins la ropa me iba apretada de más. Que como tenía los pechos grandes y a veces se me salía parte de arriba y se notaba en la camiseta ese bultito que muchas igual conocéis era yo la que llamaba la atención. Como tenía una voz suave, una mirada amable... que todo lo bueno que tenía atraía y daba permiso. Iba a tener que volver a ser esa adolescente borde y violenta para poder defenderme de esto, que me tacharan de loca, de malafolláh, de amargada.

Efectivamente ocurrió. Pocos días después, la siguiente vez que fui al trabajo, la jefa me dijo que me pusiera ropa más ancha. Qué es que esta persona "era así, pero es un gran trabajador" como si eso lo excusara. Necesitaba el trabajo, pero una semana después lo dejé. Y al día de hoy aún me siento culpable por no aguantar esa situación como "muchas otras han hecho" Me siento débil, impotente, y cada vez que se añade una situación como esta (que tengo unas cuantas historias) mi cerebro se comprime y mi corazón se va apagando.

Soy una persona que sufre de estrés postraumático complejo y arrastra por ello una depresión crónica, justamente por situaciones donde hombres han hecho y mujeres han dejado pasar o incluso han apoyado al agresor. He pensado muchas veces en el suicidio, de hecho es algo común en mi rutina, y conozco a dos chicas que se han suicidado con mi mismo perfil. Nos matan, en silencio, nos obligan sin darnos cuenta a autosugestionarnos para acabar con todo. ¿Hay luz? ¿Hay cambio? Yo al menos por ahora, he decidido no juntarme con hombres hispanohablantes porque culturalmente son muy propensos a hacer barbaridades. Me he encerrado en mí misma y apenas tengo contacto con la gente, pero era eso, o acabar como mis dos amigas que ya no están. El tiempo sana dicen, pero sin un entorno seguro, es imposible.

A todas las que estéis pasando por esto, ánimo. El camino es largo, doloroso, pero una cosa es cierta; me lo repito una y mil veces a lo largo del día, y es algo que tenéis que tener muy presente: Tú no tienes la culpa. Tú no tienes que esconderte. Da igual que ropa lleves, da igual cuanto enseñes, lo borracha que estés, lo sola que vayas, la hora a la que andes, lo guapa/fea, delgada/gorda que seas o estés. NO es tu culpa.

Es SU culpa.



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